Las calderas para los baños son aparatos que, mediante gas,
sirven para calentar el agua. El agua circula a través de radiadores y su fin
es calentar un recinto. En virtud del uso requerido, estas calderas pueden ser
de calefacción o mixtas y, además de caldear la casa (circuito primario),
también producen agua caliente sanitaria.
Estas últimas son las conocidas como calderas para baños. Una vez prohibida
(por una normativa de 2010) la instalación de calderas atmosféricas (el aire de
su combustión se recogía de la instancia en la que se encontraban), sus cámaras
de combustión estancas absorben aire del exterior de los recintos. La
superación de la caldera estanca convencional ha llegado de la mano de las de
baja emisión de NOx (óxido de nitrógeno) y las de condensación. Reducen el
consumo y la contaminación y son las que cumplen, en este sentido, los
requisitos actuales para su instalación.
Por lo que respecta a las calderas para baños, en concreto, hay que destacar
que a las de calefacción se les pueden instalar acumuladores externos para
producir agua caliente sanitaria. La mixta instantánea genera agua caliente
tanto para el circuito primario como para el sanitario. Por su parte, la
caldera mixta con acumulación posee un acumulador que mantiene el agua caliente
a una temperatura constante.
El clima, las salidas de los radiadores y la frecuencia de uso del agua serán
los factores de los que dependerá la potencia. En todo caso, son necesarios 115
W por metro cuadrado.
Si una caldera lleva más de una década de uso y empieza a experimentar averías,
es momento de plantearse su recambio. Las calderas de gas han de ser revisadas
cada dos años (las de gasoil, anualmente). La acreditación de su revisión
permanece vigente durante cinco años.
Por último, hay que tener en cuenta que tanto estas revisiones como las
instalaciones las han de realizar técnicos autorizados.